Para muchos cristianos, la presencia de un crucifijo en el hogar
es un recordatorio constante del enorme amor de Dios hacia la humanidad. Todos
en el hogar lo ven y les trae a la mente aquellos trascendentales
acontecimientos de hace tanto tiempo atrás.
Además
de un recordatorio silencioso, el crucifijo puede ser también un punto focal de
oración diaria. Podemos usar el crucifijo para dirigir nuestra atención a Dios
y permitir que todo lo demás a nuestro alrededor se desvanezca.
Una
forma de hacer esto es rezar esta oración tradicional ante un crucifijo. Es una
hermosa oración que puede remover en nuestro corazón un grandísimo amor a Dios,
reconociendo el amor ilimitado que Él nos tiene a cada uno de nosotros.
Mírame, ¡oh, mi amado y buen Jesús!,
postrado en tu presencia; te ruego con el mayor fervor imprimas en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados y
propósito de jamás ofenderte, mientras que yo, con el mayor afecto y compasión
de que soy capaz, voy considerando tus cinco llagas, teniendo presente lo que
de Ti dijo el santo Profeta David: Han taladrado mis manos y mis pies y se
pueden contar todos mis huesos.
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